«– Eso no es el mio – respondió Sancho, – digo que no tiene nada de bellaco, antes tiene una alma como un cántaro: no sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna; un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día, y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga.» [Sancho Pança referindo-se a D. Quixote] (Cervantes, 2004, II, 13, pp. 641-642)
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